lunes, 26 de mayo de 2014

Descubrimiento de la verdadera identidad de don Fadrique (don Álvaro)

                                                     
    En la jornada tercera, don Carlos, el hermano de Leonor, y don Álvaro, su amante, se encuentran en Italia, en un campo de batalla. Se presentan uno al otro como don Felix y don Fadrique, y de allí empieza una fuerte amistad porque don Fadrique salvó la vida a don Felix. Pero el espectador conoce la verdadera identidad de los dos, además sabe que don Carlos busca a don Álvaro para vengar el honor de su familia, y poco a poco, durante esta jornada, don Carlos descubre la verdadera identidad de su amigo.

   Mientras que don Fadrique fue herido durante una batalla y el cirujano intenta salvarlo, don Felix descubre la identidad de su compañero. En primero, don Felix  nota la reacción excesiva de don Fradrique al escuchar el nombre de Calatrava:
                   "¡ Ah!...no, no de Calatrava; jamás, jamás...¡ Dios eterno!"
Además el protagonista, don Álvaro, pensó que pudiera fallecer, confia a su compañero una llave que abre una caja escondida en su maleta y le pide de quemarla sin mirarla a caso que muere. Este secundo indicio augmenta las dudas de don Carlos, pero como no quiere traicionar a su palabra, busca otros elementos en la maleta de don Fadrique y descubre el retrato de su hermana, Leonor, y es con esta rusa y astucia que el personaje de don Carlos logra la verdadera identidad de don Álvaro.
     Este procedimiento dramático permite entretenir al espectador porque él solo conoce las verdaderas identidades de los dos compañeros. Además permite introducir una pluralidad de soluciones en la tragedía de Don Álvaro o la fuerza del sino porque se puede pensar que don Carlos podrá perdonar a su amigo don Fadrique (don Álvaro). También añadie un monólogo interior del personaje de don Carlos que representa al lado patriarcal y conservador opuesto a la pasión entre Leonor y don Álvaro. Ese monólogo presenta a sus dudas, no quiere romper la palabre que ha dado a don Fadrique aunque quiere conocer al responsable de su deshonor.
 
    Entonces, el encuentro de los dos personajes y el descubrimiento de los identidades son elementos que introducen entretenimiento, además de exponer los sentimientos de un personaje representativo del punto de vista tradicional porque antes de don Carlos solo Leonor y don Álvaro habían expresados sus sentimientos dentro de monólogos.
   

El satanismo de don Álvaro y don Alfonso en la jornada quinta

                                                       
    Aunque sea contraditorio, al final de su obra duque de Rivas transforma el protagonista romántico don Álvaro en demonio. Esta transformación  también afecta a don Carlos pero en este caso no parece extraño porque los hombres de la familia Calatrava fueron siempre descritos como hombres violentes y ávidos de sangre oponiéndose al personaje idealisado de don Álvaro que siempre intenta evitar los conflitos inutiles.
  
    La introducción del satanismo empieza con el tema de las orígenes de don Rafael (don Álvaro), el hermano Melitón llama la atención sobre la desconocida de las orígenes de este nuevo monje y nota la reacción extraña que tuvo don Rafael cuando le preguntó si era indio:
HERMANO MELITÓN.-   Tiene cosas muy raras. El otro día estaba cavando en la huerta, y tan pálido y tan desemejado, que le dije en broma: «Padre, parece un mulato», y me echó una mirada, y cerró el puño, y aún lo enarboló de modo que parecía que me iba a tragar. Pero se contuvo, se echó la capucha y desapareció; digo, se marchó de allí a buen paso.
Esta inexistencia del pasado del personaje puede remitir a Satan introduciéndose en el mundo usando una forma humana, no se sabe de donde viene como la situación de don Rafael que apareció en el convento de los Ángelos sin que nadie sepa quien era, Cuando llega don Alfonso buscando a don Rafael (don Álvaro), le caracteriza para diferenciarlo de un otro religioso llamado también don Rafael así: " El del infierno" y su frase subraya el satanismo de don Álvaro, además el hermano Melitón añadirá sobre don Álvaro que es un "moreno, ojos vivos" que son características físicas típicas de los personajes diabólicos que suelen ser morenos y se oponen a los ángeles generalmente descritos como rubios. Después, durante la jornada quinta, don Alfonso califica a don Álvaro de "monstruo, de un asesino, de un seductor, de un infame" y le presenta tal como un hombre malo. De la misma manera, don Álvaro presentará a su enemigo como un personaje satánico y usa las preguntas rétoricas siguentes "Hombre, fantasma o demonio", "¿Eres monstruo del infernio, prodigio de atrocidades ?" para expresar y antisificar su opinión sobre él.
 El satanismo desarrollo la creación de un infernio imaginario, se trata de un lugar metafórico, en efecto don Álvaro, el hermano Melitón y don Alfonso repiten la palabra "infierno" varias veces. El decorado de las ultimas escenas se constituyen por "una media gruta", y un "sol de un día borrascoso", elementos que remiten al infierno. Además este lugar imaginario se personifica con la exclamación de don Álvaro "¡ Infierno abre tu boca y trágame !".
Don Álvaro tiene un papel fundamental en el satanismo que transmite la jornada quinta. El protagonista nota el satanismo en su enemigo, don Alfonso, le describe como un "infierno", pero el satanismo sigue creciendo en sus palabras y se generaliza . Desde su punto de vista, no es don Alfonso el demonio sino su destino, "¿ De nuevo el triunfo asegura el infierno, y se desploma mi alma en su sima profunda ?", aquí  "de nuevo" subraya la repetición de su destino desgraciado (el protagonista remite a la muerte del padre de su amada y de su hermano don Carlos por su culpa). Al final de la obra don Álvaro admite que no puede escapar a su destino y se hace demonio, "¡ El infierno me confunda! " dice. Las didascalias enfatizan la caída del protagonista cuando le describen con "una sonrisa diabólica".

 Para concluir, el satanismo de la jornada quinta se transmite por el espacio escénico y por el diálogo entre los dos caballeros. Pero el satanismo, sobre todo, se puede leer como una metáfora del destino porqué el cambio radical de comportimiento de don Álvaro en la ultima jornada, pasando de un caballero romántico a un demonio, remite la obligación que tuvo de aceptar por la "fuerza del sino" la muerte de todos los Calatravas.
                                         

El simbolismo de Bodas de Sangre de García Lorca

                                                     
   Los elementos que son el caballo, el cuchillo, la luna y el agua pueden ser interpretados de manera simbolica porque García Lorca los introduce y presenta como símbolos en Bodas de Sangre. En efecto, la Luna aparece bajo forma humana, el caballo y el agua en cantos populares, el cuchillo como una maldición.
  
   El cuchillo, aunque sea un material domestico o de trabajo, aquí se transforma en objeto amenazante. Por ejemplo la madre maldice " La navaja, la navaja...Malditas sean todas [...] Y las escopetas, y las pistolas, y el cuchillo más pequeño", su enumeración asimila el cuchillo a otras armas como "la escopeta" o "la pistola". Además de ser una arma, el cuchillo es redundante porque al final de la obra "Hay cuchillos y escopetas a diez leguas a la redonda" dice un leñador. El cuchillo aparece también en la canción de cuna de la suegra y la esposa con la forma de un "un puñal de plata" que mató a un caballo. Por su presentación el cuchillo aparece como el símbolo de la violencia injustificada porque este objeto no suele ser una arma pero aquí se transforma en tal y hace sufrir a los inocentes como lo muestran las quejas de la madre sobre la muerte de su marido y hijo.
   El caballo representa a la masculinidad y el poder, en la canción de cuna simboliza a Leonardo quien morirá herido por cuchillo en un río. El caballo subraya la fuerza de Leonardo porque roba la novia de un otro, y puede escaparse con ella sin que los otros se dan cuanta, más adelante el novio busca a un caballo para perseguir a los fugitivos, repite exasperado " ¿Quién tiene un caballo ahora mismo, quién tiene un caballo ? Que daré todo lo que tengo, mis ojos y hasta mi lengua", propone cambiar "sus ojos" o "su lengua", entonces sus capacidades que son la vista o la voz por "un caballo", por masculinidad y poder sobre las mujeres. También las descripciones del caballo de Leonardo son sensuales, se trata de la piel cubierta de sudor. 
  La luna en Bodas de sangre se caracteriza por ser personificada, se trata de un personaje actuado por un joven disfrazado de luna. Los leñadores del tercerco acto subrayan su función, " Cuando salga la luna los verán", aquí muestran que con su luz la luna puede ayudar el novio a encontrar a los fugitivos. En efecto cuando aparece en el escenario, llama al final de su monólogo a una mendiga quien representa la muerte porque guía el novio hacía los amantes. Por su función de introducir luz en el bosque y llamar la mendiga (o la muerte) podemos decir que la luna es el símbolo anunciador de la muerte.
  El agua aparece en la canción de cuna donde se dice "Duérmete clavel, que el caballo no quiere beber", este verso asimila la quietud al facto que caballo no bebe y como lo hemos apuntado antes el caballo representa a Leonardo, así el agua se puede interpretar como un elemento representativo de la pasión y es verdad que cuando Leonardo vive su pasión, escapándose con la novia, muere y el río cambia de color, pasando de transparente al color de la sangre. Además desde la literatura medieval, las amantes suelen aparecer acerca de una fuente o de agua cuando las encuentran el jinete enamorado, y también en Bodas de Sangre los amantes viven su pasión acerca de un río. 

    Por concluír el cuchilo simboliza  la violencia, el caballo a la masculinidad y el poder sobre las mujeres, la luna anuncia la muerte y el agua la pasión.
                                                 

domingo, 11 de mayo de 2014

Los sentimientos de Don Álvaro

                                                             

    Durante la tercera jornada de Don Álvaro o la fuerza del sino, el protagonista relata 
su vida y sus sentimientos después su huida de España por haber matado accidentlamente 
al padre de su amada Leonor. Aquí se trata de un personaje romántico que expresa su 
deseo de morir pero el destino no le ayuda a fallecer entonces se encuentra en una 
situación dolorosa porque no le queda más esperanza.      
  
    En los cincos primeros versos, Don Álvaro se lamenta, generalizando sobre el 
dolor que comporte la vida de cada hombres :
¡Qué carga tan insufrible
es el ambiente vital
para el mezquino mortal
que nace en signo terrible!
¡Qué eternidad tan horrible
la breve vida! Este mundo,
¡qué calabozo profundo
para el hombre desdichado
a quien mira el cielo airado
con su ceño furibundo!
   Ese párrafo se compone unicamente de frases exclamativas que subrayan la 
queja del protagonista, la referencia al « mundo », al « mortal » y el
 « hombre » permite la generalización de su discurso.

   Después Don Álvaro empieza a explicar lo de su mal estado, « Parece » permite 
iniciar un discurso más detallado y personal del protagonista :
Parece, sí, que a medida
que es más dura y más amarga,
más extiende, más alarga
el destino nuestra vida.
Si nos está concedida
sólo para padecer,
y debe muy breve ser
la del feliz, como en pena
de que su objeto no llena,
¡terrible cosa es nacer!
   Se trata aquí de introducir el tema del destino, que parece ser el problema de
 Don Álvaro. El destino que « amarga » y « alarga » la vida se opone a breves 
momentos de felicidad, el verbo « debe » muestra la obligación y la fatalidad 
que comporta el destino. El protagonista acaba diciendo « ¡terrible cosa
es nacer! » amplificando su situación determinada por un 
destino incontrolable.

    Se trata poco a poco de introducir el tema del amor y de su desgracia, para 
eso Don Álvaro empieza a oponer su éxito  en la vida social y su fracaso en la 
vida sentimental :
Al que tranquilo, gozoso,
vive entre aplausos y honores,
y de inocentes amores
apura el cáliz sabroso;
cuando es más fuerte y brioso,
la muerte sus dichas huella,
sus venturas atropella;
y yo, que infelice soy,
yo, que buscándola voy,
no pudo encontrar con ella.
Mas ¿cómo la he de obtener,
¡desventurado de mí!,
pues cuando infeliz nací,
nací para envejecer?
   Don Álvaro describe su vida « entre aplausos y honores » y « inoncentes 
amores », con el adjetivo « inocentes » subraya la legitimida de sus amores 
y de su comportamiento, así intensifica su incompresión de su destino triste 
en amor. Surge un vocabulario que remite a la destrucción como « atropella », 
« sus dichas huella » para intensificar las consecuencias que sufre el personaje, 
y esas consecuencias matan hasta sus esperanzas. Con preguntas retoricas 
« ¿cómo la he de obtener, ¡desventurado de mí!, pues cuando infeliz nací, 
nací para envejecer? » la fatalidad engloba toda su vida desde el nacimiento 
y revela el pesimismo del personaje, su dolor le impede relativizar y ve su 
existensia  como una desgracia. La exclamación incluida en la pregunta 
rétorica enfatiza el pesimismo y la injusticia que exprime el personaje.

  Para intensificar la injusticia de su triste destino Don Álvaro presenta sus 
orígines y su niñez:   
Si aquel día de placer
(que uno solo he disfrutado),
Fortuna hubiese fijado,
¡cuán pronto muerte precoz
con su guadaña feroz
mi cuello hubiera segado !
[…]
que una cárcel fue mi cuna
y fue mi escuela el desierto.
Entre bárbaros crecí,
y en la edad de la razón,
a cumplir la obligación
que un hijo tiene, acudí;
mi nombre ocultando, fui
(que es un crimen) a salvar
la vida, y así pagar
a los que a mí me la dieron,
que un trono soñando vieron
y un cadalso al despertar.
Entonces, risueño un día,
uno solo, nada más,
me dio el destino, quizás
con la intención más impía.
Así en la cárcel sombría
mete una luz el sayón,
con la tirana intención
de que un punto el preso vea
el horror que le rodea
en su espantosa mansión.
    Los momentos felices fueron muy cortos « un día », « un solo,
 nada mas » y se oponen a la larga infancia comparada a una « cárcel » y 
« un desierto ». Con la metáfora de la « cárcel sombría » el protagonista 
pierde toda esperanza en la vida y llega a pensar que el destino le dio un 
poco de felicidad para que sienta mejor su actual desgracia.
  
  Después de haber expuesto sus historia, sus desgracias y la injusticia de 
su situación, como ultimo remiendo llama a su amada :
pide ayuda a su amada :
Socórreme, mi Leonor,
gala del suelo andaluz,
que ya eres ángel de luz
junto al trono del Señor.
   Aunque Leonor sea la causa del sufrimiento de Don Álvaro, su nombre 
aparece al final del monólogo y se compara a la « gala » un elemento festivo 
que ilumina el discurso oscuro y pesimista del protagonista. Leonor está 
presentada como la solución única que puede salvar a Don Alvaro pero 
como él piensa que murió su amada, entonces no le queda más esperanza 
y su grito « Socróreme, mi Leonor » transmite la decepción que lleva en 
su mismo el caballero.
 

    A modo de conclusión, en este monólogo, Don Álvaro se presenta como 

victima de un destino que no merece, relata su pasado y sus actos caballeros
para insitir sobre la injusticia que vive. Su mal estar le empuja a ver su vida 
con un punto de vista pesimista, así solo espera a la muerte que además no 
quiere de él.